Hace 12 meses, algunos se atrevieron a imaginar un mundo post pandemia durante el 2021. Cegados por el optimismo de volver a la normalidad y la esperanza de que la vacuna sería la solución definitiva para combatir el virus, esperaban regresar a ciertos niveles de estabilidad económica y social. Sin embargo, la realidad ha estado muy distinta, y no cabe duda que el 2022 puede traer nuevas e inesperadas sorpresas.
La aparición de nuevas variantes alrededor del mundo, ha traído el cierre de lugares de ocio, negocios, y fronteras, haciendo del 2021 todo menos un año estable. Las grandes inyecciones de liquidez en los mercados, junto a la subida de los precios de energía, han dejado tasas de inflación que, aunque pudiesen parecer normales, e incluso favorables para muchos países emergentes de la región, sin duda no lo han sido para Europa y EE.UU., echo que ha sacudido los mercados de valores globales durante la segunda mitad del año.
La Cepal situó el crecimiento de América Latina en un 5.6% para el año 2021, una tasa significativa después de que su economía se contrajera en promedio casi un 7% durante el 2020. Sin embargo, esta tasa de crecimiento no es nada fuera de lo usual, considerando el ‘efecto rebote’ que sufren las economías al llenarse de positivismo y liquidez después de sufrir una fuerte depresión. Pero este llega a su fin este año, tanto para la región, como para el mundo. Es así como las próximas estimaciones indican que Latinoamérica crecerá sólo un 2.9% de promedio durante el 2022.
El rebote tampoco ha hecho desaparecer los problemas estructurales pre pandémicos de la región que fuertemente retrasaban su desarrollo. Problemas cómo las bajas tasas de productividad, educación, innovación y desempleo, indicadores fundamentales para el crecimiento a largo plazo de una economía, no han hecho más que agravarse durante los meses negros de la pandemia. La desigualdad y la pobreza han aumentado, especialmente para las mujeres, personas mayores y escolares. Piense que muchos estudiantes no volverán más a la escuela, y aquellos que vuelven, habrán perdido meses, e incluso años de educación, socavando sus futuros ingresos y perspectivas de movilidad social.
Es así como desde la CEPAL se insta a los gobiernos a mantener las políticas de transferencia de emergencia, que en su mayoría han estado bien enfocados, pero se han quedado cortos en monto, duración y sostenibilidad de sus fuentes de financiamiento. Políticas con énfasis en inversión en el sector industrial, el tecnológico, en sanidad, en educación, implementando bonos contra el hambre, o sosteniendo las transferencias básicas, pueden contribuir al incremento de las tasas de crecimiento. De otra forma, la región se arriesga a sufrir otra ‘década perdida’ debido al bajo crecimiento de los ingresos por cápita.
Aunque haya razones suficientes para seguir pesimistas, grandes crisis también crean oportunidades claves si estas saben aprovecharse.
Piense en la Transformación Digital a gran escala que ha supuesto la pandemia para la región. Este podría fomentar nuevos sectores, incrementar el sector financiero mediante las FinTech, y especialmente mediante el sistema de pagos, aumentando drásticamente su cobertura en la región, posibilitando así la entrada al mercado de zonas rurales aisladas. Plataformas digitales podrían crear empleo, incluso para trabajadores menos calificados. También pueden incentivar la formalización (América Latina presenta una de las tasas más bajas del mundo), haciendo posible el registro de horas y ganancias en estas plataformas (conozca nuestro estudio sobre Madurez Digital de las MiPymes de America Latina, 2021).
Con 3 importantes elecciones a la vista (en Brasil, Colombia y Costa Rica), una tasa de inflación al alza, inestabilidad socio-política, y una pandemia descontrolada aún, América Latina se enfrenta al gran reto de consolidar su economía y crecimiento. Esto no será una tarea fácil. Pero reitero, cada crisis trae consigo grandes oportunidades, como es hoy la transformación digital de los últimos 24 meses en la región, la cual puede contribuir significantemente al desarrollo a largo plazo y a alcanzar los objetivos de reducción de la pobreza y promoción de la prosperidad compartida del Banco Mundial.
Esta gran oportunidad, el avance de las tecnologías digitales, debe saber aprovecharse de la forma correcta por los gobiernos. De lo contrario, las desigualdades de la región podrían seguir aumentando debido a las brechas digitales en la sociedad. Esto conllevará una adecuada intervención de parte de actores públicos y privados con acciones coordinadas que contribuyan al aumento de inversión en infraestructura y nuevas plataformas digitales que fomenten el desarrollo de nuevos mercados y la integración de la sociedad en estas, además de disponer de regulaciones que determinen incentivos y derechos de propiedad.
Resulta crucial no olvidarse de la gran necesidad de políticas sociales dirigidas a los sectores y agentes más vulnerables a una pandemia sin control, que podrían quedarse atrás de esta gran transformación digital. Es aquí donde los gobiernos y organismos multilaterales juegan un gran rol en incentivar las buenas prácticas. Con la intervención adecuada, este año puede ser un año próspero. De lo contrario, seguiríamos viendo un aumento de las desigualdades y otro frenazo al desarrollo de la región, convirtiendo al 2022, en un espejismo de los últimos 12 meses.
Simon Vullinghs es Economista con especialización en Mercados Emergentes de la Universidad de Maastricht (Holanda). Está encargado de proyectos de investigación en Transformación Digital, MiPymes e Investigación / Análisis de Mercados. Desde el 2021 es Consultor Asociado de GIA Consultores.